(Fotografía de Vladimir Bazan)
Se dice que en las
noches oscuras de Palermo, algunas de las momias mejor conservadas de las
Catacumbas de los Capuchinos abandonan su eterno enterramiento y visitan la
Fontana Pretoria. Allí contemplan las hermosas estatuas desnudas, acarician con
sus manos de hueso y carne reseca los brazos fuertes, los pechos tersos y los
rostros suaves de mármol. Envidian su desnudez, su vida de sol, su blancura y
las miradas de gozo que los turistas han dejado reflejadas en las aguas de la
fuente. También se dice que en las tardes tórridas de verano, cuando los
visitantes se refugian en los hoteles, algunas de las esculturas de la fontana
recuperan la movilidad, estiran las piernas y bajan a las catacumbas. Allí
admiran los cadáveres mejor momificados, sus vestiduras, los rostros
desencajados, las mandíbulas sonrientes, el color marrón de la carne, la tibia
temperatura y las miradas de miedo de los turistas prendidas en las paredes.
Este trasiego de momias y estatuas
no es percibido por los humanos, pues solo se produce cuando la dracaenae Campe, asomada al balcón,
agita el pañuelo para indicar la soledad de las calles. En ocasiones, como
fruto de estos encuentros, se engendran nuevos seres fantásticos.
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Microrrelato Coganador de la
convocatoria de marzo de 2018 del concurso Esta Noche Te Cuento, , junto con
Paz Monserrat Revilla y Lluis Talavera.
El tema era libre, pero
usando como disparador esta fotografía de la fotografía deMaltete.